Vivir cien años: la revolución de la cuarta edad
Por Guillermo Arenas
La frontera de lo que llamábamos “vejez” (parte 1)
El ser humano está envejeciendo. Esta afirmación, que podría haberse escrito en cualquier época y seguir siendo cierta, nunca ha tenido tanto significado. Nuestra esperanza de vida se ha incrementado de manera espectacular en las últimas décadas, y va a seguir creciendo. Según un informe de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), el 13% de la población europea tendrá 80 o más años en 2080, más del doble que hoy.
[…]
El concepto de vejez también está cambiando, y la perspectiva de un mundo en el que es común llegar a los 100 años ya no es una utopía. […]
Las preguntas en este escenario se multiplican: ¿Estamos preparados a todos los niveles —médico, económico, social o tecnológico— para afrontar una sociedad en la que la media de población sea mucho mayor? ¿Qué debemos ajustar para que el sistema no se derrumbe? ¿Somos conscientes de cómo el envejecimiento puede cambiar nuestro mundo?
Bienvenida, cuarta edad (parte 2)
Las nuevas situaciones suelen requerir nuevas fórmulas de denominación, y un cambio tan profundo en nuestra manera de vivir no podía escapar a los neologismos. Desde hace tiempo, los sociólogos han introducido el término cuarta edad para referirse a los mayores de 80 años. El cambio ha empezado, incluso si no lo hemos advertido. […]
Esas bases son, necesariamente, transversales a todos los aspectos de la sociedad, aunque, sin duda, el primer pensamiento de muchos se inclina hacia lo económico. ¿Qué va a pasar con las pensiones? ¿Está en peligro el ya maltrecho Estado de bienestar? […] “Hay dos resortes que ayudan a compensar el impacto del envejecimiento: la mayor incorporación de las mujeres y de inmigrantes a la población activa, y la tecnología”, continúa Muñoz Gallego. “Es clave que las mujeres cuenten con facilidades para incorporarse al mercado de trabajo después de terminar sus estudios o cuando llegan los hijos. Las inversiones en tecnología no solo nos facilitan la vida en el día a día, sino también la mejora de la productividad en las empresas. Esta creación de riqueza ayudará a mantener un crecimiento también de la recaudación de impuestos y de las cotizaciones a la Seguridad Social, que a día de hoy son insuficientes y acaban engordando el déficit y la deuda de un país”.
Los ajustes a esta nueva realidad también podrían llegar a ese temido momento de aplazar la edad de jubilación. La clave, quizás, resida en encontrar fórmulas que se adapten tanto a las nuevas necesidades globales como a las de las personas individuales.
Vivir más, pero mejor (parte 3)
Una vez que hemos asumido que viviremos más y, probablemente, trabajemos más años, hay otros aspectos de igual importancia que debemos tener en cuenta. Porque permanecer más tiempo en este mundo no tiene por qué significar que vivamos mejor. “Con el aumento de la esperanza de vida hemos visto cómo, lógicamente, hay un aumento de la prevalencia de enfermedades crónicas”, explica Laura Fernández Maldonado, responsable del área de pacientes y ciudadanos de la Fundació Salut i Envelliment. Desde su organismo, ponen en marcha programas que “fomenten el autocuidado de las personas, para que tomen conciencia de la importancia de prevenir la aparición de estas enfermedades, sobre todo las que están muy vinculadas con los estilos de vida”.
Esta adaptación comienza, por tanto, por cada uno de nosotros. Prevenir las posibles enfermedades del futuro será más importante que nunca, pero algunos cambios saltan a la esfera de lo público. “Hay que intentar trasladar esa mentalidad preventiva a los sistemas sanitarios”, sostiene el doctor Salvà. “Las propuestas de la OMS de envejecimiento saludable van en la línea de defender que haya una integración de servicios sanitarios para hacer frente a este reto, pero no es suficiente. Lo que pueden hacer los gobiernos y las instituciones es darse cuenta de que todo el dinero que se invierte en actividades preventivas es dinero muy bien gastado, primero en el bienestar de las personas y, segundo, en hacer más sostenible el reto del envejecimiento” […].
(Disponible en: https://retina.elpais.com/retina/2019/06/05/innovacion/1559746122_075 323.html?prm=ep-ob. Acceso el 22 de junio de 2019. (texto adaptado))
El término “niveles” presente en la pregunta: “¿Estamos preparados a todos los niveles —médico, económico, social o tecnológico— para afrontar una sociedad en la que la media de población sea mucho mayor?” (parte 1) es:
Vivir cien años: la revolución de la cuarta edad
Por Guillermo Arenas
La frontera de lo que llamábamos “vejez” (parte 1)
El ser humano está envejeciendo. Esta afirmación, que podría haberse escrito en cualquier época y seguir siendo cierta, nunca ha tenido tanto significado. Nuestra esperanza de vida se ha incrementado de manera espectacular en las últimas décadas, y va a seguir creciendo. Según un informe de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), el 13% de la población europea tendrá 80 o más años en 2080, más del doble que hoy.
[…]
El concepto de vejez también está cambiando, y la perspectiva de un mundo en el que es común llegar a los 100 años ya no es una utopía. […]
Las preguntas en este escenario se multiplican: ¿Estamos preparados a todos los niveles —médico, económico, social o tecnológico— para afrontar una sociedad en la que la media de población sea mucho mayor? ¿Qué debemos ajustar para que el sistema no se derrumbe? ¿Somos conscientes de cómo el envejecimiento puede cambiar nuestro mundo?
Bienvenida, cuarta edad (parte 2)
Las nuevas situaciones suelen requerir nuevas fórmulas de denominación, y un cambio tan profundo en nuestra manera de vivir no podía escapar a los neologismos. Desde hace tiempo, los sociólogos han introducido el término cuarta edad para referirse a los mayores de 80 años. El cambio ha empezado, incluso si no lo hemos advertido. […]
Esas bases son, necesariamente, transversales a todos los aspectos de la sociedad, aunque, sin duda, el primer pensamiento de muchos se inclina hacia lo económico. ¿Qué va a pasar con las pensiones? ¿Está en peligro el ya maltrecho Estado de bienestar? […] “Hay dos resortes que ayudan a compensar el impacto del envejecimiento: la mayor incorporación de las mujeres y de inmigrantes a la población activa, y la tecnología”, continúa Muñoz Gallego. “Es clave que las mujeres cuenten con facilidades para incorporarse al mercado de trabajo después de terminar sus estudios o cuando llegan los hijos. Las inversiones en tecnología no solo nos facilitan la vida en el día a día, sino también la mejora de la productividad en las empresas. Esta creación de riqueza ayudará a mantener un crecimiento también de la recaudación de impuestos y de las cotizaciones a la Seguridad Social, que a día de hoy son insuficientes y acaban engordando el déficit y la deuda de un país”.
Los ajustes a esta nueva realidad también podrían llegar a ese temido momento de aplazar la edad de jubilación. La clave, quizás, resida en encontrar fórmulas que se adapten tanto a las nuevas necesidades globales como a las de las personas individuales.
Vivir más, pero mejor (parte 3)
Una vez que hemos asumido que viviremos más y, probablemente, trabajemos más años, hay otros aspectos de igual importancia que debemos tener en cuenta. Porque permanecer más tiempo en este mundo no tiene por qué significar que vivamos mejor. “Con el aumento de la esperanza de vida hemos visto cómo, lógicamente, hay un aumento de la prevalencia de enfermedades crónicas”, explica Laura Fernández Maldonado, responsable del área de pacientes y ciudadanos de la Fundació Salut i Envelliment. Desde su organismo, ponen en marcha programas que “fomenten el autocuidado de las personas, para que tomen conciencia de la importancia de prevenir la aparición de estas enfermedades, sobre todo las que están muy vinculadas con los estilos de vida”.
Esta adaptación comienza, por tanto, por cada uno de nosotros. Prevenir las posibles enfermedades del futuro será más importante que nunca, pero algunos cambios saltan a la esfera de lo público. “Hay que intentar trasladar esa mentalidad preventiva a los sistemas sanitarios”, sostiene el doctor Salvà. “Las propuestas de la OMS de envejecimiento saludable van en la línea de defender que haya una integración de servicios sanitarios para hacer frente a este reto, pero no es suficiente. Lo que pueden hacer los gobiernos y las instituciones es darse cuenta de que todo el dinero que se invierte en actividades preventivas es dinero muy bien gastado, primero en el bienestar de las personas y, segundo, en hacer más sostenible el reto del envejecimiento” […].
(Disponible en: https://retina.elpais.com/retina/2019/06/05/innovacion/1559746122_075 323.html?prm=ep-ob. Acceso el 22 de junio de 2019. (texto adaptado))
No se puede considerar como objetivo del texto:
Vivir cien años: la revolución de la cuarta edad
Por Guillermo Arenas
La frontera de lo que llamábamos “vejez” (parte 1)
El ser humano está envejeciendo. Esta afirmación, que podría haberse escrito en cualquier época y seguir siendo cierta, nunca ha tenido tanto significado. Nuestra esperanza de vida se ha incrementado de manera espectacular en las últimas décadas, y va a seguir creciendo. Según un informe de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), el 13% de la población europea tendrá 80 o más años en 2080, más del doble que hoy.
[…]
El concepto de vejez también está cambiando, y la perspectiva de un mundo en el que es común llegar a los 100 años ya no es una utopía. […]
Las preguntas en este escenario se multiplican: ¿Estamos preparados a todos los niveles —médico, económico, social o tecnológico— para afrontar una sociedad en la que la media de población sea mucho mayor? ¿Qué debemos ajustar para que el sistema no se derrumbe? ¿Somos conscientes de cómo el envejecimiento puede cambiar nuestro mundo?
Bienvenida, cuarta edad (parte 2)
Las nuevas situaciones suelen requerir nuevas fórmulas de denominación, y un cambio tan profundo en nuestra manera de vivir no podía escapar a los neologismos. Desde hace tiempo, los sociólogos han introducido el término cuarta edad para referirse a los mayores de 80 años. El cambio ha empezado, incluso si no lo hemos advertido. […]
Esas bases son, necesariamente, transversales a todos los aspectos de la sociedad, aunque, sin duda, el primer pensamiento de muchos se inclina hacia lo económico. ¿Qué va a pasar con las pensiones? ¿Está en peligro el ya maltrecho Estado de bienestar? […] “Hay dos resortes que ayudan a compensar el impacto del envejecimiento: la mayor incorporación de las mujeres y de inmigrantes a la población activa, y la tecnología”, continúa Muñoz Gallego. “Es clave que las mujeres cuenten con facilidades para incorporarse al mercado de trabajo después de terminar sus estudios o cuando llegan los hijos. Las inversiones en tecnología no solo nos facilitan la vida en el día a día, sino también la mejora de la productividad en las empresas. Esta creación de riqueza ayudará a mantener un crecimiento también de la recaudación de impuestos y de las cotizaciones a la Seguridad Social, que a día de hoy son insuficientes y acaban engordando el déficit y la deuda de un país”.
Los ajustes a esta nueva realidad también podrían llegar a ese temido momento de aplazar la edad de jubilación. La clave, quizás, resida en encontrar fórmulas que se adapten tanto a las nuevas necesidades globales como a las de las personas individuales.
Vivir más, pero mejor (parte 3)
Una vez que hemos asumido que viviremos más y, probablemente, trabajemos más años, hay otros aspectos de igual importancia que debemos tener en cuenta. Porque permanecer más tiempo en este mundo no tiene por qué significar que vivamos mejor. “Con el aumento de la esperanza de vida hemos visto cómo, lógicamente, hay un aumento de la prevalencia de enfermedades crónicas”, explica Laura Fernández Maldonado, responsable del área de pacientes y ciudadanos de la Fundació Salut i Envelliment. Desde su organismo, ponen en marcha programas que “fomenten el autocuidado de las personas, para que tomen conciencia de la importancia de prevenir la aparición de estas enfermedades, sobre todo las que están muy vinculadas con los estilos de vida”.
Esta adaptación comienza, por tanto, por cada uno de nosotros. Prevenir las posibles enfermedades del futuro será más importante que nunca, pero algunos cambios saltan a la esfera de lo público. “Hay que intentar trasladar esa mentalidad preventiva a los sistemas sanitarios”, sostiene el doctor Salvà. “Las propuestas de la OMS de envejecimiento saludable van en la línea de defender que haya una integración de servicios sanitarios para hacer frente a este reto, pero no es suficiente. Lo que pueden hacer los gobiernos y las instituciones es darse cuenta de que todo el dinero que se invierte en actividades preventivas es dinero muy bien gastado, primero en el bienestar de las personas y, segundo, en hacer más sostenible el reto del envejecimiento” […].
(Disponible en: https://retina.elpais.com/retina/2019/06/05/innovacion/1559746122_075 323.html?prm=ep-ob. Acceso el 22 de junio de 2019. (texto adaptado))
El término cuarta edad, según el texto:
Vivir cien años: la revolución de la cuarta edad
Por Guillermo Arenas
La frontera de lo que llamábamos “vejez” (parte 1)
El ser humano está envejeciendo. Esta afirmación, que podría haberse escrito en cualquier época y seguir siendo cierta, nunca ha tenido tanto significado. Nuestra esperanza de vida se ha incrementado de manera espectacular en las últimas décadas, y va a seguir creciendo. Según un informe de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), el 13% de la población europea tendrá 80 o más años en 2080, más del doble que hoy.
[…]
El concepto de vejez también está cambiando, y la perspectiva de un mundo en el que es común llegar a los 100 años ya no es una utopía. […]
Las preguntas en este escenario se multiplican: ¿Estamos preparados a todos los niveles —médico, económico, social o tecnológico— para afrontar una sociedad en la que la media de población sea mucho mayor? ¿Qué debemos ajustar para que el sistema no se derrumbe? ¿Somos conscientes de cómo el envejecimiento puede cambiar nuestro mundo?
Bienvenida, cuarta edad (parte 2)
Las nuevas situaciones suelen requerir nuevas fórmulas de denominación, y un cambio tan profundo en nuestra manera de vivir no podía escapar a los neologismos. Desde hace tiempo, los sociólogos han introducido el término cuarta edad para referirse a los mayores de 80 años. El cambio ha empezado, incluso si no lo hemos advertido. […]
Esas bases son, necesariamente, transversales a todos los aspectos de la sociedad, aunque, sin duda, el primer pensamiento de muchos se inclina hacia lo económico. ¿Qué va a pasar con las pensiones? ¿Está en peligro el ya maltrecho Estado de bienestar? […] “Hay dos resortes que ayudan a compensar el impacto del envejecimiento: la mayor incorporación de las mujeres y de inmigrantes a la población activa, y la tecnología”, continúa Muñoz Gallego. “Es clave que las mujeres cuenten con facilidades para incorporarse al mercado de trabajo después de terminar sus estudios o cuando llegan los hijos. Las inversiones en tecnología no solo nos facilitan la vida en el día a día, sino también la mejora de la productividad en las empresas. Esta creación de riqueza ayudará a mantener un crecimiento también de la recaudación de impuestos y de las cotizaciones a la Seguridad Social, que a día de hoy son insuficientes y acaban engordando el déficit y la deuda de un país”.
Los ajustes a esta nueva realidad también podrían llegar a ese temido momento de aplazar la edad de jubilación. La clave, quizás, resida en encontrar fórmulas que se adapten tanto a las nuevas necesidades globales como a las de las personas individuales.
Vivir más, pero mejor (parte 3)
Una vez que hemos asumido que viviremos más y, probablemente, trabajemos más años, hay otros aspectos de igual importancia que debemos tener en cuenta. Porque permanecer más tiempo en este mundo no tiene por qué significar que vivamos mejor. “Con el aumento de la esperanza de vida hemos visto cómo, lógicamente, hay un aumento de la prevalencia de enfermedades crónicas”, explica Laura Fernández Maldonado, responsable del área de pacientes y ciudadanos de la Fundació Salut i Envelliment. Desde su organismo, ponen en marcha programas que “fomenten el autocuidado de las personas, para que tomen conciencia de la importancia de prevenir la aparición de estas enfermedades, sobre todo las que están muy vinculadas con los estilos de vida”.
Esta adaptación comienza, por tanto, por cada uno de nosotros. Prevenir las posibles enfermedades del futuro será más importante que nunca, pero algunos cambios saltan a la esfera de lo público. “Hay que intentar trasladar esa mentalidad preventiva a los sistemas sanitarios”, sostiene el doctor Salvà. “Las propuestas de la OMS de envejecimiento saludable van en la línea de defender que haya una integración de servicios sanitarios para hacer frente a este reto, pero no es suficiente. Lo que pueden hacer los gobiernos y las instituciones es darse cuenta de que todo el dinero que se invierte en actividades preventivas es dinero muy bien gastado, primero en el bienestar de las personas y, segundo, en hacer más sostenible el reto del envejecimiento” […].
(Disponible en: https://retina.elpais.com/retina/2019/06/05/innovacion/1559746122_075 323.html?prm=ep-ob. Acceso el 22 de junio de 2019. (texto adaptado))
Los problemas económicos que resultan del aumento de la esperanza mundial de vida se podrían solucionar:
Vivir cien años: la revolución de la cuarta edad
Por Guillermo Arenas
La frontera de lo que llamábamos “vejez” (parte 1)
El ser humano está envejeciendo. Esta afirmación, que podría haberse escrito en cualquier época y seguir siendo cierta, nunca ha tenido tanto significado. Nuestra esperanza de vida se ha incrementado de manera espectacular en las últimas décadas, y va a seguir creciendo. Según un informe de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), el 13% de la población europea tendrá 80 o más años en 2080, más del doble que hoy.
[…]
El concepto de vejez también está cambiando, y la perspectiva de un mundo en el que es común llegar a los 100 años ya no es una utopía. […]
Las preguntas en este escenario se multiplican: ¿Estamos preparados a todos los niveles —médico, económico, social o tecnológico— para afrontar una sociedad en la que la media de población sea mucho mayor? ¿Qué debemos ajustar para que el sistema no se derrumbe? ¿Somos conscientes de cómo el envejecimiento puede cambiar nuestro mundo?
Bienvenida, cuarta edad (parte 2)
Las nuevas situaciones suelen requerir nuevas fórmulas de denominación, y un cambio tan profundo en nuestra manera de vivir no podía escapar a los neologismos. Desde hace tiempo, los sociólogos han introducido el término cuarta edad para referirse a los mayores de 80 años. El cambio ha empezado, incluso si no lo hemos advertido. […]
Esas bases son, necesariamente, transversales a todos los aspectos de la sociedad, aunque, sin duda, el primer pensamiento de muchos se inclina hacia lo económico. ¿Qué va a pasar con las pensiones? ¿Está en peligro el ya maltrecho Estado de bienestar? […] “Hay dos resortes que ayudan a compensar el impacto del envejecimiento: la mayor incorporación de las mujeres y de inmigrantes a la población activa, y la tecnología”, continúa Muñoz Gallego. “Es clave que las mujeres cuenten con facilidades para incorporarse al mercado de trabajo después de terminar sus estudios o cuando llegan los hijos. Las inversiones en tecnología no solo nos facilitan la vida en el día a día, sino también la mejora de la productividad en las empresas. Esta creación de riqueza ayudará a mantener un crecimiento también de la recaudación de impuestos y de las cotizaciones a la Seguridad Social, que a día de hoy son insuficientes y acaban engordando el déficit y la deuda de un país”.
Los ajustes a esta nueva realidad también podrían llegar a ese temido momento de aplazar la edad de jubilación. La clave, quizás, resida en encontrar fórmulas que se adapten tanto a las nuevas necesidades globales como a las de las personas individuales.
Vivir más, pero mejor (parte 3)
Una vez que hemos asumido que viviremos más y, probablemente, trabajemos más años, hay otros aspectos de igual importancia que debemos tener en cuenta. Porque permanecer más tiempo en este mundo no tiene por qué significar que vivamos mejor. “Con el aumento de la esperanza de vida hemos visto cómo, lógicamente, hay un aumento de la prevalencia de enfermedades crónicas”, explica Laura Fernández Maldonado, responsable del área de pacientes y ciudadanos de la Fundació Salut i Envelliment. Desde su organismo, ponen en marcha programas que “fomenten el autocuidado de las personas, para que tomen conciencia de la importancia de prevenir la aparición de estas enfermedades, sobre todo las que están muy vinculadas con los estilos de vida”.
Esta adaptación comienza, por tanto, por cada uno de nosotros. Prevenir las posibles enfermedades del futuro será más importante que nunca, pero algunos cambios saltan a la esfera de lo público. “Hay que intentar trasladar esa mentalidad preventiva a los sistemas sanitarios”, sostiene el doctor Salvà. “Las propuestas de la OMS de envejecimiento saludable van en la línea de defender que haya una integración de servicios sanitarios para hacer frente a este reto, pero no es suficiente. Lo que pueden hacer los gobiernos y las instituciones es darse cuenta de que todo el dinero que se invierte en actividades preventivas es dinero muy bien gastado, primero en el bienestar de las personas y, segundo, en hacer más sostenible el reto del envejecimiento” […].
(Disponible en: https://retina.elpais.com/retina/2019/06/05/innovacion/1559746122_075 323.html?prm=ep-ob. Acceso el 22 de junio de 2019. (texto adaptado))
Según el texto, no basta con vivir más, es necesario vivir con cualidad.
Para eso, una de las preocupaciones que surgen cuando se vive más:
Vivir cien años: la revolución de la cuarta edad
Por Guillermo Arenas
La frontera de lo que llamábamos “vejez” (parte 1)
El ser humano está envejeciendo. Esta afirmación, que podría haberse escrito en cualquier época y seguir siendo cierta, nunca ha tenido tanto significado. Nuestra esperanza de vida se ha incrementado de manera espectacular en las últimas décadas, y va a seguir creciendo. Según un informe de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), el 13% de la población europea tendrá 80 o más años en 2080, más del doble que hoy.
[…]
El concepto de vejez también está cambiando, y la perspectiva de un mundo en el que es común llegar a los 100 años ya no es una utopía. […]
Las preguntas en este escenario se multiplican: ¿Estamos preparados a todos los niveles —médico, económico, social o tecnológico— para afrontar una sociedad en la que la media de población sea mucho mayor? ¿Qué debemos ajustar para que el sistema no se derrumbe? ¿Somos conscientes de cómo el envejecimiento puede cambiar nuestro mundo?
Bienvenida, cuarta edad (parte 2)
Las nuevas situaciones suelen requerir nuevas fórmulas de denominación, y un cambio tan profundo en nuestra manera de vivir no podía escapar a los neologismos. Desde hace tiempo, los sociólogos han introducido el término cuarta edad para referirse a los mayores de 80 años. El cambio ha empezado, incluso si no lo hemos advertido. […]
Esas bases son, necesariamente, transversales a todos los aspectos de la sociedad, aunque, sin duda, el primer pensamiento de muchos se inclina hacia lo económico. ¿Qué va a pasar con las pensiones? ¿Está en peligro el ya maltrecho Estado de bienestar? […] “Hay dos resortes que ayudan a compensar el impacto del envejecimiento: la mayor incorporación de las mujeres y de inmigrantes a la población activa, y la tecnología”, continúa Muñoz Gallego. “Es clave que las mujeres cuenten con facilidades para incorporarse al mercado de trabajo después de terminar sus estudios o cuando llegan los hijos. Las inversiones en tecnología no solo nos facilitan la vida en el día a día, sino también la mejora de la productividad en las empresas. Esta creación de riqueza ayudará a mantener un crecimiento también de la recaudación de impuestos y de las cotizaciones a la Seguridad Social, que a día de hoy son insuficientes y acaban engordando el déficit y la deuda de un país”.
Los ajustes a esta nueva realidad también podrían llegar a ese temido momento de aplazar la edad de jubilación. La clave, quizás, resida en encontrar fórmulas que se adapten tanto a las nuevas necesidades globales como a las de las personas individuales.
Vivir más, pero mejor (parte 3)
Una vez que hemos asumido que viviremos más y, probablemente, trabajemos más años, hay otros aspectos de igual importancia que debemos tener en cuenta. Porque permanecer más tiempo en este mundo no tiene por qué significar que vivamos mejor. “Con el aumento de la esperanza de vida hemos visto cómo, lógicamente, hay un aumento de la prevalencia de enfermedades crónicas”, explica Laura Fernández Maldonado, responsable del área de pacientes y ciudadanos de la Fundació Salut i Envelliment. Desde su organismo, ponen en marcha programas que “fomenten el autocuidado de las personas, para que tomen conciencia de la importancia de prevenir la aparición de estas enfermedades, sobre todo las que están muy vinculadas con los estilos de vida”.
Esta adaptación comienza, por tanto, por cada uno de nosotros. Prevenir las posibles enfermedades del futuro será más importante que nunca, pero algunos cambios saltan a la esfera de lo público. “Hay que intentar trasladar esa mentalidad preventiva a los sistemas sanitarios”, sostiene el doctor Salvà. “Las propuestas de la OMS de envejecimiento saludable van en la línea de defender que haya una integración de servicios sanitarios para hacer frente a este reto, pero no es suficiente. Lo que pueden hacer los gobiernos y las instituciones es darse cuenta de que todo el dinero que se invierte en actividades preventivas es dinero muy bien gastado, primero en el bienestar de las personas y, segundo, en hacer más sostenible el reto del envejecimiento” […].
(Disponible en: https://retina.elpais.com/retina/2019/06/05/innovacion/1559746122_075 323.html?prm=ep-ob. Acceso el 22 de junio de 2019. (texto adaptado))
Una medida importante, según el texto, para asegurar una vejez sana y libre de enfermedades es, sobre todo: