Questões de Espanhol - Gramática - Verbos
“Tres de las acciones más sencillas y efectivas para contribuir a proteger al planeta, y que podemos seguir a diario todas y todos los miembros de la sociedad, son las que tiene que ver con las llamadas 3 R: Reduce; Reutiliza; Recicla.”
(Extraído de: https://lalibelulamx.medium.com/como-cuidar-al-medioambiente-8ec99e8954fc)
En el fragmento “y que podemos seguir a diario todas y todos los miembros de la sociedad”, si el verbo fuera cambiado para el pretérito imperfecto del modo indicativo, tendríamos:
TEXTO
Hay una pantalla de cine en mi mesa: así son las gafas para trabajar en el metaverso
Las Meta Quest Pro introducen la realidad mixta en el entorno profesional y prueban que la experiencia, sirva para lo que sirva, no tiene por qué ser un calvario Manual G. Pascual
Según escribo estas líneas, las veo proyectadas en una pantalla gigante que flota frente a mí. Tengo otras dos ventanas desplegadas, una con notas y otra con el correo electrónico. Las tres forman una especie de gran mural digital a toda resolución que solo yo puedo ver y que, por sus dimensiones, sería imposible de configurar en la oficina o en casa. Más allá de esas pantallas, lo que tengo en mi campo de visión es lo cotidiano: veo mi mesa y las ventanas y despachos de la redacción; también las miradas curiosas de los compañeros. Llevo puestas las Meta Quest Pro y no pasan desapercibidas. Escribo desde el metaverso y, contra todo pronóstico, resulta ser cómodo.
Desde que Mark Zuckerberg anunció su apuesta por el metaverso, la industria tenía claro que la vía de entrada a ese nuevo mundo sería la realidad mixta, la mezcla del entorno real con modelos digitales en 3D. Por dos motivos. En primer lugar, porque es más intuitiva: no se pierde el contacto con la realidad, lo que ayudará sobre todo a las generaciones que no se han educado entre videojuegos. Y, en segundo lugar, porque es más sencillo incorporar pinceladas digitales en nuestro entorno que desarrollar todo un mundo 100% virtual que resulte atractivo.
Los grandes impedimentos para que esta idea triunfe son el precio y la parafernalia que implica. La realidad mixta es una versión más sofisticada de los hologramas de La Guerra de las Galaxias, por así decirlo, solo que hace falta unas gafas especiales para ver esos elementos digitales. Las Quest Pro son las primeras que introducen la realidad mixta de forma solvente. Es cierto que ya no son como un casco, sino que parecen más bien una especie de gafas de esquí de diseño. Pero todavía no hemos llegado a que sean unas gafas como las de ver, aunque ese es el objetivo de Zuckerberg.
Las Quest Pro se lanzaron a la venta por 1.800 euros. Si bien recientemente han bajado a los 1.200, su precio las excluye automáticamente del gran público. Ha sido una decisión consciente: tal y como explicó Mark Rabkin, vicepresidente de Reality Labs, la empresa de Meta que ha fabricado las gafas, en una reunión con periodistas en la que participó EL PAÍS, la compañía cree que puede empezar a evangelizar sobre las bondades del metaverso mostrándole sus bondades a las capas profesionales. El modelo anterior, las Quest 2, se vende a 450 euros y convivirá con la versión avanzada.
Tras varias semanas de prueba, la conclusión es que estamos ante algo distinto y con mucho potencial. Puedes poner ante ti, encima de la mesa, un mapa digital de una ciudad que parece una maqueta hiperrealista y ampliarlo o reducirlo de forma que el Big Ben sea como una botella o como un armario. Puedes manipular y alterar un diseño en 3D, ya sean los planos de una casa o el boceto de un producto, y si tienes un compañero también pertrechado con las Quest Pro, él también lo ve y puede interactuar con el modelo. Puedes mantener una reunión virtual con alguien cuyo avatar aparece a tu lado. Puedes jugar a videojuegos en los que monstruos gigantescos se meten en tu casa.
Esta tecnología tiene mucho recorrido para profesiones creativas y en la industria del entretenimiento. Para alguien que usa el ordenador para escribir y consultar internet, no es tan enriquecedor. Más allá de la comodidad de disponer de pantallas gigantes y de que, pulsando un botón, puedes dejar de ver tu entorno real (la redacción en mi caso) para trasladarte a una cabaña en el bosque, un idílico paisaje con cascadas o una estación espacial. De repente, el bullicio se transforma en calma. La gente sigue pasando a tu alrededor, pero desaparece de tu vista, aunque las bromas se intensifican.
Un dispositivo más manejable
La realidad virtual lleva décadas entre nosotros. Los cascos de realidad virtual con los que empezó todo se han sustituido por unas gafas, o visores, que siguen siendo grandes, pero cada vez más manejables. El salto de las Meta Quest 2 a las Meta Quest Pro es evidente: las segundas son bastante más pequeñas y cómodas. El pesado bloque frontal de las lentes se ha reducido considerablemente, adoptando el tamaño y aspecto de una especie de gafas de esquí. La batería de las gafas se ha colocado en la parte trasera del visor, compensando el peso y consiguiendo que al girar la cabeza no parezca que llevamos un casco de astronauta, como pasa con otros visores. La autonomía es de entre dos y tres horas.
Técnicamente, además del tamaño, las Quest Pro son mucho mejores que las Quest 2 y superiores a cualquier otro visor disponible ahora mismo en el mercado. La resolución es cuatro veces más nítida y colorista que en las Quest 2. La sensación de mareo al quitarse las gafas desaparece, gracias en parte a una tecnología que difumina levemente la calidad de la imagen que no queda estrictamente en el punto focal para no aturdir al usuario.
Todavía hay mucho recorrido para miniaturizar estos dispositivos; de hecho, muchos analistas aseguran que hasta que no se consiga desarrollar gafas parecidas a las que usan los miopes, el metaverso no despegará del todo. “Para que la realidad virtual alcance un potencial adecuado, tenemos que llegar al punto en que los 200 millones de personas que cada año compran ordenadores para trabajar puedan hacer al menos parte de sus tareas incluso mejor en el metaverso”, dijo Zuckerberg el año pasado.
Las Quest Pro son un ordenador en sí mismas. Tienen su propio CPU y se manejan con dos mandos, una especie de joystick que también hacen de puntero láser. Las gafas se pueden conectar por Bluetooth a un teclado y un ratón para trabajar. También a un ordenador si, el software que se usa va más allá del paquete Office o de programas que corran online.
En el apartado de la privacidad, las gafas incorporan nuevos sensores, como el reconocimiento ocular y facial, que permiten saber dónde miramos, cómo reaccionamos y trasladar los gestos de la cara a los avatares. Una información muy sensible que habrá que guardar a buen recaudo.
https://elpais.com/tecnologia/2023-04-04/Hay-una-panta lla-de-cine-en-mi-mesa-asi-son-las-gafas-para-trabajar-enel-metaverso.html. Acceso en 05/04/2023.
En el texto, en su tercer párrafo, “hemos llegado” está en el siguiente tiempo verbal:
TEXTO
EL NÁUFRAGO
Sentí que me moría de angustia. En un
momento me vi en aquel sitio muerto,
abandonado. Pero, luego, volví a oír al perro cada
vez más cerca. El corazón comenzó a darme
[5] golpes, a medida que se aproximaban los ladridos.
Me apoyé en las palmas de las manos. Levanté la
cabeza. Esperé. Un minuto. Dos. Y los ladridos se
oyeron cada vez más cerca. De pronto, solo quedó
el silencio.
[10] Luego, el batir de las olas y el rumor del viento
entre los cocoteros. Después, en el minuto más
largo que recuerdo en mi vida, apareció un perro
escuálido, seguido por un burro con dos canastos.
Detrás de ellos venía un hombre blanco, blanco,
[15] con sombrero de caña y los pantalones enrollados
hasta la rodilla.
Tan pronto como apareció en la vuelta del
camino me miró con sorpresa. Se detuvo. El perro,
con la cola levantada y recta, se acercó a
[20] olfatearme. El hombre permaneció inmóvil, en
silencio. No sé por qué, pensaba que estaba en
cualquier parte del Caribe menos en Colombia. Sin
estar muy seguro de que me entendiera decidí
hablar en español.
[25] —¡Señor, ayúdeme! – le dije. Él no contestó
en seguida. Continuó examinándome
enigmáticamente, sin parpadear.
— ¡Ayúdeme! – repetí, ansioso y desesperado,
pensando que el hombre no me entendía.
[30] — ¿Qué le pasa? – me preguntó con acento
amable.
Cuando oí su voz me di cuenta de que más
que la sed, el hambre y la desesperación, me
atormentaba el deseo de contar lo que me había
[35] pasado. Casi ahogándome con las palabras, le dije
sin respirar:
— Yo soy Luis Alejandro Velasco, uno de los
marineros que se cayeron el 28 de febrero del
destructor Caldas, de la Armada Nacional.
[40] Yo creí que todo el mundo estaba obligado a
conocer la noticia. Creí que tan pronto dijera mi
nombre se apresuraría a ayudarme. Sin embargo,
no se inmutó. Continuó en el mismo sitio
mirándome.
[45] — ¿Es marinero de gallinas? – me preguntó
pensando tal vez en las embarcaciones que
trafican con cerdos y aves del corral.
— No, soy marinero de la Armada.
Sólo entonces el hombre se movió. Se echó el
[50] sombrero hacia atrás y me dijo:
— Voy a llevar un alambre hasta el puerto y
vuelvo por usted. Sentí que aquella era otra
oportunidad que se me escapaba.
—¿Seguro que volverá? – le dije con voz
[55] suplicante. El hombre respondió que sí. Que volvía
con absoluta seguridad. Me sonrió amablemente y
reanudó su marcha. El perro continuó a mi lado
olfateándome. Solo cuando el hombre se alejaba
se me ocurrió preguntarle, casi con un grito:
[60] — ¿Qué país es éste? Y él, con una
extraordinaria naturalidad, me dio la única
respuesta que yo no esperaba en aquel instante.
—Colombia.
Texto adaptado de Gabriel García Márquez“Relato de un náufrago”
En la forma “ayúdeme” (línea 25) hay un caso obligatorio de énclisis porque el verbo está en el
Texto para a Questão.
“[...]
Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón.
Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. [...] Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso. [...]”.
CORTÁZAR, J. Instrucciones para subir una escalera. Historias de Cronopios y de Famas, 1962. (Adaptado)
Cuál es el modo verbal responsable de expresar instrucciones y órdenes?
El colonizador y el colonizado
Hace unos días leí el ensayo “Retrato del colonizado” (1957) de Albert Memmi, escritor francés.
Este trata sobre Túnez, un país al norte de África que fue colonia de Francia por 75 años, logrando
finalmente su independencia en 1956. Memmi habla de las características del colonizado, y no pude
evitar, como puertorriqueña, ver a mi pueblo reflejado. Dice Memmi que “cuando el colonizador
[5] afirma en su lenguaje que el colonizado es débil, está sugiriendo que esa deficiencia requiere
protección. De ahí se deriva la noción del protectorado”. El protectorado es la soberanía que un
Estado ejerce sobre un territorio. En Puerto Rico, todo recae sobre los Estados Unidos.
Soy libre porque tengo libertad de expresión y me puedo montar en un avión e ir adonde yo quiera,
pero no tenemos la libertad de entablar relaciones comerciales con el país que queramos, ni hacer
[10] cualquier cosa que vaya por encima de la Constitución de los Estados Unidos. Sencillamente
no visualizamos la libertad soberana porque no sabemos lo que es. Solo una minoría querría la
libertad; en otras palabras, independencia. Algunos se conformarían con una soberanía limitada,
pero la mayoría está perfectamente bien con nuestra libertad con asterisco.
Nuestra cultura es un híbrido de otras que llegaron a la isla, y todo esto aporta a nuestra identidad
[15] o falta de esta. Comencemos con los españoles, que llegaron a la isla, saquearon las tierras y eliminaron
al indígena. Ahora lo que nos queda son algunos pueblos con nombres taínos* y dos o tres parques
ceremoniales donde, más que ver al indígena como parte nuestra, lo vemos como algo fuera de
nosotros, que ya no existe.
En Puerto Rico tenemos muchos días feriados dedicados a próceres puertorriqueños, pero
[20] pregúnteme a mí quiénes fueron o qué hicieron. Mi respuesta es que no sé. ¿Pero cómo es posible?
Porque nuestra historia es contada a medias y a oscuras. El Ateneo Puertorriqueño, una de las
pocas entidades que preserva y defiende nuestra cultura, ha estado en peligro inminente de cerrar
por falta de fondos, y lo insólito es que a mucha gente no le importa si ellos desaparecen.
Sin embargo, lo increíble es que, a pesar de todos estos atentados de erradicar lo que somos, nosotros
[25] conservamos nuestra cultura y nuestro idioma y, a pesar de la influencia innegable extranjera,
seguimos conectados a nuestra esencia.
Memmi explica cómo los tunecinos lucharon para lograr su independencia. Primero, el
colonizado se acepta, abraza sus diferencias y reconoce quien realmente es. Entonces se rebela.
Puerto Rico no se rebelará. Ya estamos en otros tiempos y lo ideal sería lograr un cambio por la
[30] vía diplomática. Si el cambio es la estadidad o la independencia, no importa. Lo importante es
que finalmente reclamemos el lugar que nos pertenece en el mundo, que seamos escuchados y se
respeten nuestros deseos.
* taínos – pueblo originario de Puerto Rico.
Adaptado de tamaimos.com, 26/08/2018.
Memmi explica cómo los tunecinos lucharon para lograr su independencia. (l. 27)
En el fragmento, el verbo lograr se puede sustituir, sin alteración importante de sentido, por:
Na frase “La emergencia por COVID-19 y la respuesta de las autoridades han tenido repercusiones económicas y sociales”, o trecho “han tenido repercusiones eco de las autoridades han tenido repercusiones económicas y sociales”, o trecho “han tenido repercusiones económicas y sociales” pressupõe:
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